Agónica espera por la energía eléctrica en Venezuela
La corriente ha vuelto a restablecerse este domingo en la mañana, intermitentemente, en zonas de la capital.
10 Mar 2019. 10:18 AM
Caracas, Venezuela | AFP | domingo 10/03/2019
¿Podrá salvar la comida en la nevera? ¿Cuánto durará el agua que recogió en cubos? ¿Acabará el "toque de queda" de la delincuencia en la oscuridad? Son preguntas que atormentan a Yadira mientras espera que el suministro de electricidad sea normalizado en Venezuela.
"Es una agonía (...), el miedo que tenemos todos (...). No sabemos lo que va a pasar. Si no llega (la luz), ¿cuántos días más? ¿Hasta dónde vamos a aguantar?", dice Yadira Delgado, de 49 años, en la sala del apartamento donde vive en Caracas con su madre y su hija adolescente.
Velas y lámparas de queroseno iluminan la vivienda en la planta baja del edificio en el que reside, donde su madre, Elvia Lozano, a sus 72 años, es conserje.
Un gigantesco apagón afecta a Venezuela desde la tarde del jueves. El suministro pareció recuperarse poco a poco entre el viernes y el sábado, pero nuevos cortes masivos vuelven a poner en vilo a Caracas y 22 de los 23 estados del país petrolero.
La corriente ha vuelto a restablecerse este domingo en la mañana, intermitentemente, en zonas de la capital.
Entre idas y vueltas, Yadira, diseñadora gráfica, teme que carne y alimentos que tiene en el refrigerador terminen pudriéndose, cuando los venezolanos -subrayó- atraviesan momentos de "supervivencia" con una astronómica hiperinflación que el FMI proyecta en 10.000.000% este año.
"Buscamos hielo seco por toda Caracas y no conseguimos (...) Dios quiera que no se dañe (la comida)", dice Elvia.
Además falla el servicio de agua, pues el bombeo es imposible sin corriente eléctrica.
Con un poco de agua que tenía guardada en una olla, Yadira hace café en una cocina en penumbras.
Y al caer la noche, con las calles aledañas en absoluta penumbra, surge el terror a la delincuencia en un país con altos índices de violencia.
"Es un toque de queda que tenemos después de las cinco de la tarde" por el temor a un asalto en medio del apagón, "tratamos de salir temprano a comprar lo que se pueda comprar y regresamos", relata Yadira.
- Sin dinero - No es mucho lo que puede comprar. A sus demás problemas se suma la escasez de dinero en efectivo que sufren desde hace meses los venezolanos.
El billete de máxima denominación, 500 bolívares, equivale a apenas 15 centavos de dólar, insuficiente para una golosina. Ello obliga a transacciones electrónicas para prácticamente cualquier operación, por pequeña que sea, y sin electricidad los datáfonos no funcionan.
En medio del caos, Yadira se inquieta por Vanessa, su hija de 16 años, quien en julio se gradúa como bachiller y aspira a entrar a la universidad para estudiar medicina. "Ella está muy preocupada", comentó.
- "Nunca había vivido un apagón así" - Elvia es conserje, desde hace cuatro décadas, en el edificio. Allí creció Yadira y ahora también Vanessa.
"En el tiempo que llevo acá, nunca había vivido un apagón así", declara Elvia, de 72 años. Nacida en Colombia, llegó a Venezuela hace 50 años, cuando la nación petrolera era receptora de inmigrantes y no, como ahora, país de emigrantes, que la ONU estima en 2,7 millones desde 2015.
Gran parte de los familiares de Elvia, Yadira y Vanessa forman parte de ese éxodo. Ha sido difícil comunicarse con ellos, pues las redes de telefonía e internet colapsaron.
Los apagones en Venezuela se han vuelto habituales desde hace una década, en especial en estados occidentales como Zulia, Táchira, Lara o Barinas.
Expertos responsabilizan al gobierno de Nicolás Maduro, acusándolo de falta de inversión, desidia en el mantenimiento y corrupción; pero el mandatario socialista denuncia constantes "sabotajes".
Maduro sostiene que el nuevo apagón, el peor que haya tenido Venezuela, es producto de "un ataque cibernético" dirigido por Estados Unidos contra la principal hidroeléctrica del país: la represa de Guri, en el estado Bolívar (sur).
- Rabia y molestia - El prolongado corte eléctrico ha hecho estragos en el edificio de 11 pisos y 22 departamentos. El primer corte, el jueves, dañó uno de los dos ascensores. El siguiente, después de que la electricidad volviera apenas unas horas el viernes, dejó inoperante el otro.
Las viejas lámparas de queroseno que alumbran la casa de Elvia fueron un regalo de su fallecida madre.
"Las tenía como adorno. Nunca me imaginé que tendría que utilizarlas", expresa, sintiéndose en otra época.
Las altas y bajas en el fluido eléctrico provocan deterioro de los aparatos. Elvia muestra un microondas y un televisor dañado a consecuencia de parpadeos de luz en meses anteriores.
Todo ello complica las cosas en un país donde la cotidianidad, incluso en "normalidad", está trastocada. La escasez de medicamentos, por ejemplo, hace difícil para Yadira encontrar su medicina: Euthyrox.
Y, ahora, "esperar un poquito más" se "convierte en rabia, molestia, porque es injusto".
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